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            Centro de interpretación de la Semana Santa de Tortosa
            
            
                    C/ Montcada, 21 (Antiga església de St Antoni)
43500 Tortosa
                    
Teléfono: 626 500 921
            
        
            
		
                
                
                
		
                
Horarios 
 
- Martes a Sábado 01/10 - 30/04: 11,00 - 13,00 /16,00 - 18,00 01/05 - 30/09: 11,00 - 13,00 / 17,00 - 19,00 
- Domingos y festivos 11,00 - 13,00 
- Lunes Cerrado 
- Cerrado el 25-26/12 i 01/01 y el Domingo de Ramos. 
Descripción 
El  Centro de Interpretación de la Semana Santa está ubicado en la  antigua  iglesia de San Antonio Abad, destruida en gran parte durante la  última  guerra civíl y reconstruida a propósito recientemente con la  finalidad  de acogerlo. Alberga los elementos más significativos de la  célebre  Semana Santa tortosina. Sobresalen los pasos, llamados misteris,  misterios. En su mayor parte son obra de escultores tan laureados como  Innocenci Soriano Montagut y Enric Monjo i Garriga. 
Explicación
La  historia de la iglesia de San Antonio Abad está estrechamente ligada a  la de la cofradía homónima de los payeses, la más antigua de Tortosa.  Esta cofradía, documentada desde el año 1358, fue concebida para eludir  la prohibición emanada de Les Costums, que impedía a los diferentes  sectores profesionales organizarse en gremios. La devoción al santo  llegó a tierras valencianas desde aquí, de la mano del obispo  dertosense, a principios del siglo XIV. 
La primera localización  conocida de la entidad hay que ubicarla en el monasterio de Santa Clara.  Después con las diferentes vicisitudes históricas fue cambiando de  emplazamiento pero siempre con sede a lo largo y ancho de la calle  Montcada, una de las principales arterias urbanas de la Tortosa del  siglo XV, donde se edificó la primera iglesia de San Antonio en el año  1446. 
De antiguo, el patrón de los campesinos tortosinos había  sido San Amado pero el hecho cierto de que San Antonio Abad fuese  abogado contra los efectos devastadores de las intoxicaciones con ergot  (coloquialmente fiebre o fuego de San Antonio) lo afianzó como protector  principal de nuestra payesía. Hilari Muñoz da a conocer como ante las  enormes proporciones alcanzadas, la cofradía se desdobló en una de nueva  bajo el patronazgo de Santiago a principios del siglo XVI. Seguramente  la nueva titularidad se explica por el hecho de que el único remedio  conocido en época medieval para curar el ergotismo consistía en acudir  en peregrinación a Santiago de Compostela. 
Curiosamente, es en  la parroquia del apóstol de Hispania donde se continúa celebrando en  nuestros días la festividad de San Antonio en Tortosa. En el año 1652 la  cofradía se ubicó definitivamente en el lugar que ocupa el edificio en  la actualidad, antigua casa de los Boteller y los Oriol. La iglesia se  levantó en el último cuarto del siglo XVII, respetando la parte baja de  la fachada, de unos 11 metros de ancho, lo que ha permitido que nos haya  llegado la portalada original de arco de medio punto y grandes dovelas.  Este acceso principal está coronado por un tondo que nos muestra a San  Antonio Abad como un anciano barbudo con el hábito de los antonianos y  la tau o cruz egipcia (uno de los símbolos más mágicos y antiguos de la  Humanidad). El santo anacoreta lleva un cencerro en la mano derecha y un  libro en la izquierda. También perdura la puerta de acceso a la antigua  casa de los payeses, que tiene grabada una podadora en su lindar y una  inscripción que denuncia la existencia de un pozo en el interior de una  de las capillas. 
El retablo mayor obedecía a los cánones de moda  en el barroco pleno. Estaba presidido por el santo titular, en la calle  central del primer cuerpo, flanqueado por San Isidro y San Lamberto. El  primero fue canonizado en 1622 y el segundo, además de payés, fue  protagonista del milagro de la mandíbula ante Adriano VI, obispo de  Tortosa y Papa de Roma. El segundo cuerpo estaba presidido por la  Preservada. El gremio la celebraba el domingo siguiente a la festividad  de San Antonio para conmemorar el voto que había hecho de defender, si  preciso fuere con el sacrificio de la vida, la Pureza Inmaculada de  Nuestra Señora, doscientos años antes de ser proclamado el Dogma de la  Inmaculada Concepción. Tenía a ambos lados a los santos Abdón y Senen,  patronos de los hortelanos catalanes. Presidiéndolo todo, fiel a la  tipología de los retablos de su estilo, destacaba un Calvario. 
En  el año 1896, el arquitecto Juan Abril y el pintor Antonio Cerveto  efectuaron trabajos de restauración en la iglesia. En el mes de julio de  1936 tuvo lugar la profanación y destrucción del templo. El asalto  revolucionario comportó al mismo tiempo la desaparición de su valioso  archivo gremial y la destrucción del mobiliario litúrgico. También  entonces pereció el paso de la Oración en el Huerto, obrado por Ramón  Cerveto y José María Beltri (seguramente sustituía a uno de menor tamaño  descrito en el 1781). Durante la posguerra, el gremio fue capaz de  recuperarse y de procesionar en solo dos años el nuevo paso cincelado  por el escultor tortosino Carles Riba. Se pretendió también restaurar la  iglesia gremial para el culto, pero el interés del obispo por bastir el  nuevo seminario lo impidió (no obstante, durante bastantes años se  continuaron celebrando ante el devastado templo los actos tradicionales  de la fiesta patronal: colecta, baile de jotas y barraca de San  Antonio). El edificio fue utilizado como taller de carpintería y almacén de Regiones Devastadas y, premonitoriamente, acabaron guardándose aquí  los pasos hasta que lo impidió su estado ruinoso en la década de los  noventa. 
Finalmente, en el año 2009, el Obispado y el  Ayuntamiento acordaron reconvertir el edificio en Centro de  Interpretación de la Semana Santa, el primer museo de pasos catalán. En  abril de 2011, los operarios de la empresa García Riera culminaban 12  meses de obras de rehabilitación basadas en un proyecto del arquitecto  Tomàs Homedes. El edificio forma parte del catálogo de edificios de  carácter histórico de la ciudad de Tortosa. La iglesia de San Antonio  Abad constituye un hito singularísimo dentro del apartado del turismo  religioso tortosino. 
El templo está ennoblecido por la presencia  de San Francisco Gil de Federich, Santa María Rosa Molas, el Beato  Manuel Domingo y Sol y, sobre todo, por San Enrique de Ossó, de quien,  su buen amigo y sacerdote Juan Bautista Altés afirma: "Se podría decir  que en esta iglesia han germinado y florecido la mayor parte de sus  obras de celo". Efectivamente, los restos de las cenefas de las pinturas  murales de Cerveto han permitido identificar la capilla donde lucía el  retablo sufragado por San Enrique, dedicado a la Inmaculada, y en el que  se veían también las imágenes de San José, Santa Teresa y el Niño Jesús  de Teresa (devoción muy vinculada al Camino de Santiago, inspirada  seguramente en el Divino Infante que acompañó a la santa de Ávila en sus  viajes fundacionales, que San Enrique hizo renacer en este templo como  Pastor del Rebañito, en el 1876). 
También en este templo tuvo el  santo la inspiración de fundar en el año 1873, la Archicofradía de  María Inmaculada y Santa Teresa de Jesús, más tarde Archicofradía  Teresiana y hoy MTA, Movimiento Teresiano de Apostolado, extendido en  nuestros días por todo el mundo.
             
        
        
        
    
    
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